Mis primeras palabras para mi primera columna
de opinión, no pueden ser otras que agradecer la invitación que este medio me
ha realizado.
Desde el verano, los chilenos hemos sido testigos de cómo
nuestro país ha caído en un espiral de desconfianza producto de casos de corruptela,
abuso de poder, tráfico de influencias y financiamiento irregular de la
política. Desde entonces hemos escuchado un sin número de analistas y líderes
de opinión tratar de explicar este fenómeno; las frases más recurrentes han
sido, crisis institucional, poca transparencia, una clase política que está al
debe, crisis de confianza y desprestigio de las instituciones. Pero tales frases nos generan escaso aporte,
tan solo explican lo evidente, lo que todos los chilenos sabemos.
Una interesante
reflexión me cayó de improvisto esta semana, de una periodista curicana, quien
forzada a responder en pocas palabras su opinión de la actualidad nacional,
sentenció “Siento que Chile es una sociedad discapacitada”. Que importante es
la palabra “sentir” la periodista nos
notifica que la sociedad chilena tiene
alma y ésta parece estar afectada o al menos dolida; y por otra parte, utiliza
la palabra discapacidad, es decir, que
nuestra sociedad ha visto sus capacidades disminuidas. Esta reflexión, quizás
nos invita a no ser meros ciudadanos que
cuales ovejas asistimos en rebaño a votar por nuestras autoridades y que cuando
éstas lo hacen mal, nos intentan dar aspirinas para que rápidamente se nos pase
el dolor de cabeza. No!! Esta vez no, Chile está dolido y sentido con sus
autoridades políticas y empresariales, se acabaron los héroes y villanos, nos
hemos dado cuenta que nuestros sistema fue creado y utilizado por tan solo unos
pocos, algo así como un “club de los elegidos”, mientras los “no elegidos” se
les hizo jugar durante 25 años a esa
cosa llamada “democracia”.
Somos una sociedad
discapacitada, percibimos que nuestras instituciones están decadentes, nos
sentimos impotentes sin saber en quién o quiénes confiar. Nos cuesta mirar y
escuchar a nuestros líderes, estamos discapacitados de autoridades e instituciones.
Ante ello, no hay más camino que la rehabilitación, y ésta consiste en ir paso
a paso, en aprender a mirar y escuchar de nuevo. Se debe partir por recuperar
la confianza en nuestro sistema y eso es tarea de la casta política, ya que son
ellos los obligados a convencernos que el “club de elegidos” está llegando a su
fin para dar paso a una república de todos, en la que sin duda tendremos
derechos pero con igual fuerza, deberes.
La rehabilitación también consiste en poner un esfuerzo personal y colectivo,
un grano de arena, debemos empezar a ejercitarnos para volver a ver y oír. Y
eso, se logra ejerciendo nuestro derecho
de participar de nuestra democracia, ya que, al fin al cabo no existe otra
mejor forma de gobierno. El peor de los caminos, es restarse de los procesos electorales, eso
solo le da más poder al “club de los elegidos”, por el contrario, nuestra mejor herramienta de rehabilitación es
el voto con el castigaremos a quien abusó, y premiaremos a los mejores.
Debemos volver a
sentirnos seguros en nuestro propio país y esa es tarea de todos. A los que
están el poder, les llegó la hora de
auto-limitarse. No tienen más opción. Y la sociedad, debe volver a participar
activamente de todos los procesos democráticos. Tampoco tiene otro camino. Pero
sin duda, si ambos estamentos hacen su trabajo, pronto se reestablecerán las confianzas, y va
a ser desafío y responsabilidad de todos, mantenerla.
Francisco Sanz
MBA, Ingeniero Civil Industrial
Francisco Sanz
MBA, Ingeniero Civil Industrial