Esta semana el conocido
comunicador social y ex concejal de Curicó Miguel Angel Limardo remeció
literalmente la arena política de nuestra comunidad al confesar por los medios
que había cometido un ilícito al rendir
gastos con facturas que no correspondían a la realidad del servicio prestado.
Hace ya más de un
año que las redes sociales dan cuenta de supuestas irregularidades en nuestro
concejo municipal, a tal grado ha escalado el asunto que hay querellas de por medio y la Fiscalía ya
está jugando su rol investigador y Contraloría hace lo propio emanando informes
que dan cuenta al menos de “desorden administrativo”. Cosas de provincias dirían algunos, pero lo
cierto es que lo que sucede en Curicó se suma a una larga y penosa tendencia
nacional; la política simplemente no está dando el ancho a lo que a
transparencia se refiere.
El ex concejal
Limardo muy a su pesar dio un paso en falso y simplemente cometió un ilícito,
un acto que vulnera las normas vigentes, de eso ni una confesión mediática lo
exculpa. Pero el ex edil lo sabe y está dispuesto a afrontar las consecuencias o
más bien creo en lo personal que a esta altura es lo que menos le preocupa, los
dados ya están echados y debe esperar a ver cómo viene la mano.
Lo que
efectivamente movió a Limardo a confesar es un réquiem interno, que inevitablemente lo llevó a encontrarse con
eso que se llama “conciencia” esa mala costumbre que tiene el ser humano de
posicionarse frente al mundo y analizar cómo sus actos del pasado impactarán en
el mediano y largo plazo. En este ejercicio es probable que esta ex autoridad
haya previsto que sus cercanos no la pasarían bien y él tampoco. Ante tal
conclusión no le quedó más que confesar a la comunidad su falta, “su ilícito”
según rezas sus propias palabras.
Este acto no lo
convierte en héroe ni menos en sujeto merecedor de compasión colectiva. Pero si
aporta a la transparencia y sí es una señal que envía desde Curicó al resto de
la clase política del país. Mientras la gran mayoría de los cuestionados juega
a la escondida, al contexto, al error involuntario o al yo no lo sabía, Miguel
Angel Limardo opta por el camino de la verdad, el camino del reconocimiento sin
peros ni medias tintas, simplemente se libera diciendo que lo suyo no fue inconsciente
ni menos apegado a la ley.
Da un golpe a la
cátedra a lo que hoy se conoce como “la clase política”, lidera un proceso
reparador y de transparencia hacia la comunidad y le pide las más amplias disculpas
a sus seguidores y[i]
votantes, con claridad sabe que su capital político es un acto de confianza de
la comunidad hacia su persona y sabe bien que les falló, a ellos se dirige y a
ellos les pide perdón. Solo el tiempo dirá si esta ex autoridad curicana y su
confesión pública hicieron caer la
primera pieza del dominó para finalmente conocer toda la verdad. O si solo pasará a ser un aislado acto merecedor
de algunos aplausos pero que a la larga y como es habitual en Chile,
solo advierte a otros posibles involucrados a tomar mayores resguardos y
apertrecharse en los cuarteles de invierno con la esperanza que esto termine
por acto de magia u otros temas más relevantes tomen la agenda local…………algo
así como sentarse a esperar a que “pase
la vieja” para seguir con el negocio.