Ya hace unos días terminó nuestra Fiesta de la Vendimia, que a medida que se suceden los alcaldes va creciendo en presupuesto, infraestructura y número de asistentes. De hecho, existe una estrategia por llamarla la Fiesta de la Vendimia de Chile.
Como es natural y casi obvio, todo municipio en Chile que promueva una fiesta o un carnaval popular para sus comunas; intentará irremediablemente parecer y ser como el Festival de Viña del Mar. Esto significa una gran presión en cuanto a organización y gastos, donde nada se deja al azar en el esfuerzo por parecerse a la Quinta Vergara. De hecho, este año las Bolocco estuvieron a cargo del toque de glamour.  Y como es natural y al igual que en Viña la parrilla incluía un humorista por noche.
Estos últimos no perdieron la oportunidad de pegarle a los políticos. De hecho, estimo que es parte de su trabajo averiguar la contingencia y chismes locales para enriquecer sus rutinas. Una vez más este año a los “concejales viajeros” les llegó su “palo”. Hasta ahí nada de malo hay, el humor es libre, es una expresión artística y ya no están los tiempos para la censura.
Pero……siempre hay un, pero. ¿Qué pasa cuando el humorista se propasa en su rutina con la reina de la vendimia, bromas que sobrepasan el límite y que pueden eventualmente ofender a la joven regente? Viene de inmediato la reacción del alcalde y algunos concejales, quienes gentiles galanes salen en defensa de la mujer curicana. Puedo aplaudir esta reacción y me parece bien. Sin embargo, los artistas son conocidos y se sabe de antemano como viene la mano. Simplemente no se le puede pedir al artista que maneja al lagarto que sea recatado, que se contenga y que no se propase conscientemente los límites. Todo lo contrario, el ser altamente y majaderamente irreverente es lo que define al lagarto comediante y constituye para él un motivo de orgullo. Se debió haber previsto esto con anticipación.

El Humor y el Hospital.

Todo artista que piso nuestro escenario aprovechó la oportunidad de lanzar críticas por el atraso indigno del Hospital de Curicó. A ellos sin duda les agradecemos su empatía, pero como ya dije es parte de su trabajo informarse de los problemas de cada ciudad que visitan. Casi con seguridad cuando estén actuando en otros escenarios no se referirán al Hospital de nuestra ciudad.

Dicho esto, el mejor chiste que nos gustaría ver en la ciudad es ver las autoridades locales, regionales y nacionales dando el vamos definitivo a la construcción del mítico recinto hospitalario. 

Francisco Javier Sanz Abad
MBA, Ingeniero Civil Industrial

 
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