Se acercan las próximas elecciones municipales y todos los partidos políticos -estén o no en coalición o alianzas estratégicas entre sí-, se verán en la obligación de diseñar y ejecutar campañas propagandísticas, con un derroche nunca antes visto de creatividad, con la finalidad de convencer al electorado, que dicho sea de paso, hoy tiene más deseos de Botar que de ir a Votar.

No es un misterio que nuestra clase política está más que desprestigiada, son excepcionales los casos en que alguna figura resulta bien evaluada, ya sea en términos de gestión y compromiso, como así también, en términos de integridad y moral.

Es tanta la desesperación, de algunos, que hasta han renovado su imagen, tratando de hacernos olvidar su pasado reciente, convenciéndose entre ellos, que con un nuevo logotipo, es más fácil desprenderse del rol protagónico que han tenido por décadas, en beneficio de algunos y en desmedro de millones. Es más, figuras emblemáticos de izquierda y derecha han optado por alejarse de sus tiendas políticas, con argumentos tan efímeros, básicos e incomprensibles, que sorprenden hasta los más expertos analistas en esta materia.

Estoy ansioso de ver cómo se desarrollará la contienda electoral venidera, donde al igual que todos, espero que sean las ideas y las propuestas las protagonistas y no las millonarias inversiones de antaño, que como ha quedado en evidencia, tienen su origen en aportes ilegales de algunos grupos económicos hambrientos de seguir obteniendo para ellos las riquezas de un país que nos pertenece a todos.

De más está decir, que independiente de las estrategias que cada uno de los candidatos utilice, tenemos en nuestras manos la oportunidad de Votar y Botar.


Votar por el candidato que mejor nos represente y a la vez, Botar a los que no han aportado y jamás aportarán nada.

Cristian Troncoso P.






 
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