Mi oposición a la práctica del rodeo se argumenta en dos puntos de vista: El Maltrato Animal y el sentido de Patronazgo que detenta este mal llamado deporte.

Cuando me refiero a Maltrato Animal hablo de la violencia y las consecuencias de la ejecución de ésta mientras un vacuno lucha por zafarse de sus captores. Las atajadas son demostraciones de fuerza de parte del caballo (dos) y su jinete (dos), ojalá, justo al medio de las costillas de la res para “pararlo en seco”. Hay daño en ambos, aunque el más perjudicado es la bestia, como se llama en la jerga, destinada a este “juego de destreza”.   

Y cuando me refiero al sentido de Patronazgo está de cajón: alude a tiempos en que el poder y la mano dura eran impuestos con rigor; en antaño, pero que aún existe y que considero que hay que erradicar de las zonas agrícolas del país.

Quienes apoyan y disfrutan del rodeo, de seguro ven en mi opinión pérdida de tradición, sesgo y menosprecio, pero digo que no. Pido evolución.

Muchas, sino toda actividad ha evolucionado. Las tradiciones también pueden hacerlo. El rodeo, ¡Por supuesto! ¿Por qué no dejar de maltratar tanto a caballos como vacunos modificando las reglas del juego? Propongo lo anterior a pesar de que hay quienes postulan la extinción de éste. Quizás es posible que la atajada sea lograr la detención de la bestia al menor tiempo, en sectores determinados, cuyo golpe sea lo menos violento, no en las costillas sino antes del pecho. No sé. Pero creo que por sus características el rodeo permite valorar destrezas de muchas maneras.

Finalmente, no se trata de atacar o contradecir per se a quienes estiman que se perdería algo que nos identifica y diferencia de otras naciones. Apelo a la comprensión y al cambio. A crecer.

Lander Burotto
Diseñador Gráfico
Candidato a concejal por Curicó





 
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