A medida que se acercaban las elecciones, la ciudadanía se fue esperanzando
y en el mundo entero se fue creando la convicción de que el día 28 de julio
sería una jornada histórica para Venezuela, en donde por fin se terminaría con
una dictadura de más de dos décadas. No obstante, lo anterior, también es
cierto que la ciudadanía albergaba en su fuero interno la sensación de que algo
extraño podría ocurrir, algún accidente, algo provocado, un imprevisto, que hubiese
alguna manipulación, que no se obtuvieran los resultados esperados, que el
sistema fallara u otra situación.
El primer hecho llamativo a mi
entender ocurre cuando se producen las supuestas fallas en el C.N.E. (Consejo
Nacional Electoral), y no se entrega la información que se debía otorgar, eso
se mantuvo por un espacio de al menos tres horas según ha indicado el régimen
de Maduro. ¿Qué pasó en esas tres horas?, probablemente lo que suponemos todos,
se concretaba el fraude más ridículo y burdo del que tengamos recuerdo en este
continente.
Horas antes, Vladimir
Padrino López, Ministro de Defensa de Venezuela, señalaba que las fuerzas
armadas respetarían el proceso eleccionario, que serían garantes de la
democracia y de los resultados.
Ya en horas de la noche, el suspenso
y la preocupación aumentaba para los venezolanos, también en la comunidad
internacional y para los chilenos nos hacía recordar la tardanza en los
resultados del plebiscito del 5 de octubre de 1988, cuando maliciosamente no se
entregaban los resultados a tiempo. Conforme a la opinión de todos los
expertos, éstos coincidían en que el retraso en la entrega de resultados en
Caracas, obedecía a la forma que Maduro y sus cercanos, negociaban para dejar
el poder.
Escuchando medios chilenos e
internacionales y ya pasada la medianoche del día 28, frente al Palacio Miraflores
se montaba un show en donde un artista, un tal “potrillo” del cual no recuerdo
más antecedentes, vociferaba en su show a eso de las 00.10 horas, lo siguiente;
“¿Dónde están las mujeres de Maduro?”. Ese hecho, destrozó el sueño democrático
de muchos e hizo darnos cuenta abruptamente de que aquellas dudas que cada día
habíamos tratado de obviar, se podrían haber materializado a través de un
aparente fraude.
Escasos minutos más tarde de ese show artístico, llegaban los resultados otorgados
por parte de Elvis Amoroso, (quien a la fecha no ha entregado un segundo boletín
o hace referencia a las actas o porcentajes de votos) en donde daba como
ganador a Nicolás Maduro. Curioso, porque salvo los porcentajes de Maduro y
González, el resto de los candidatos tenía un 4 % de votos. A todas luces los
porcentajes no calzaban, tampoco se daban los resultados o porcentajes por cada
Estado. Además, de no calzar estos burdos números, recordemos que todas las encuestas,
así como el sondeo a boca de urna, daban por ganador ampliamente a Edmundo
González.
Las redes sociales explotaron y mi teléfono también, con mensajes de
tristeza y desazón. “Nos han robado una vez más”. “Nos han robado la libertad”.
A los pocos minutos de ese 29 de julio,
Maduro ya hablaba de un complot provocado en Macedonia del Norte (hipótesis que dicho Gobierno ha negado) y que
ya tenían identificados a los responsables, dichos que fueron refrendados por el
fiscal Tarek William Saab Halab. Es admirable
e increíble la capacidad de investigación en tan pocas horas.
Lo que sigue, simplemente es
paranoico, enfermizo y, lamentablemente, también criminal, en donde en esta
puesta en escena tan Ridícula, se involucra como conspirador a Elon Musk, se
ordena la expulsión de los agentes diplomáticos de los gobiernos de la región
que manifestaron sus dudas respecto de los resultados, entre ellos Chile y
también se indica que los manifestantes que han sido a las calles en Caracas y
otras ciudades durante la semana, habrían sido entrenados en Chile y Perú.
María Corina Machado, en conjunto
con su comando, sabían mejor que nosotros que esto podría pasar, conociendo ya
el actuar del régimen y que éste no escatimaría en su accionar con tal de mantenerse
en el poder y es por ello que estratégicamente se encargaron de tener acceso y
obtener respaldo de la mayoría de las actas o al menos las suficientes para
cuestionar los resultados. Actas que, hasta el día de hoy el Gobierno de Maduro
no ha entregado.
En este lamentable escenario resultaba esperanzador la
resolución del Consejo Permanente de la OEA que el día miércoles pasado solicitaría
al régimen de Venezuela la publicación de las actas de las elecciones y que para
su aprobación requería una mayoría absoluta de los miembros del organismo en
donde Chile votó a favor, se abstuvieron, entre otros, Bolivia, Brasil y Colombia y no participaron en la sesión México y obviamente Venezuela, lo cual además
de ser impresentable, deja a este organismo internacional en nada más que
declaraciones de buena voluntad y ninguna medida concreta.
Al día de hoy, según datos
de la ONG Foro Penal, se registran 988 arrestos verificados e identificados, 91
de los cuales son adolescentes.
Por otra parte, según
fuentes internacionales, hay más de una veintena de muertos y cientos de desaparecidos,
lo que he podido corroborar con residentes en Chile, que me han dado a conocer
la detención de sus familiares directos, detenciones que se han producido en
sus propios hogares.
Al cumplirse una semana de las elecciones en Venezuela, la realidad ha
superado la ficción, nadie imaginó esta grotesca y tan poco elaborada forma de
actuar y de vencer de Maduro.
Hoy, en concreto, tenemos un dictador que no dejará fácilmente el poder, que
no reconocerá su derrota o que no entregará la información que justificaría su
triunfo, tenemos detenciones, desapariciones, muertos y con ello, queda en
suspenso el sueño de millones de venezolanas y de venezolanos de volver a la patria
en donde algún día fueron felices, sueño que parece estar cada día más lejos.